Hace muchos años, los grandes periódicos españoles tenían corresponsales en muchas ciudades del mundo. Su trabajo era el siguiente: encontrar historias en la prensa de ese país, resumirlas y enviarlas a España. Su trabajo era indispensable. Porque la prensa internacional llegaba un día después a los kioscos españoles.
Hoy, todo eso lo puede hacer un grupo de personas que entren a las 6 de la mañana en la redacción de Madrid, Bilbao o Argamasilla de Calatrava, se conecten a New York Times, vean historias buenas del día, las refriten y las publiquen. ¿Y si se trataba de prensa rusa? Pues nada: google translator y a tirar.
¿El resultado? Algunos artículos son iguales que los refritos que hacía el corresponsal. Otros, no tienen el toque analítico ‘local’ de un corresponsal en Nueva York. Vale.
Pero para el medio de internet valía la pena tener un periodista digital: solo cobraba un pequeño salario y a los mejor los ticket restaurant. Pero al de Nueva York había que pagarle el salario al coste de vida de Nueva York, casa, desplazamientos, y dietas, bastante caras. Y los viajes a España, claro.
Cuando se empezó a notar la terrible diferencia entre los dinosaurios y los velocirraptors fue en las ‘breaking news’: la última hora candente.
En la matanza de Oslo de 2012, los medios digitales reaccionaron más rápido pues en el tiempo en que tardaba en llegar a Oslo el enviado especial, los medios digitales ya habían entrado en la prensa noruega, habían traducido las noticias más o menos con Google Translator y hasta habían conseguido el diario del asesino colgado en internet.
La primavera árabe en Túnez, la rebelión en Egipto, la caída de Gadafi, y hasta la explosión de Fukushima se cubrieron con enorme rapidez con la prensa digital, usando los veloces recursos de chavales que sabían dónde estaban las minas de información. Incluso los atentados de la maratón de Boston.
Lo más chocante es que ni siquiera se necesita un diario digital para hacer eso: un bloguero despabilado puede obtener información sobre el último iPhone o testimonios subidos por alguien a YouTube sobre matanzas en Siria.
Solo se necesita un blog, mucho instinto y buscar con acierto.
La repercusión puede ser global porque todo el planeta puede leer tu blog o tu web. En cambio, no todo el planeta puede leer tu periódico de papel. Además, un lector anónimo de ahora, puede subir la noticia a un agregador como Meneame y conseguir que un blog obtenga por esa noticia más visitas en un día que la noticia más leída en otro gran medio como elpais.es o abc.es
Además, un periodista digital puede agitar su noticia en las redes sociales y conseguir una repercusión inmensa por el efecto ‘reacción en cadena’ que antes no existía. Algunos de los viejos periodistas de papel desprecian aún Twitter, el pajarito de los c….
¿Significa que los viejos medios son dinosaurios en extinción? No. Las versiones digitales de los grandes diarios españoles son muy buenas, pues cuentan con periodistas que publican profundos análisis, grandes exclusivas o increíbles investigaciones.
Pero el coste de todo ese material humano es tan alto, que no puede compensarse ni con ventas de periódicos de papel, ni con la publicidad en internet. La publicidad en internet es de migajas.
¿Cómo? ¿Es que internet no es un chollo? No lo es para la prensa digital. No es un gran negocio. Para que un diario puramente digital sea rentable tiene que empezar teniendo mucho menos personal que el papel, e ir creciendo poco a poco. Ese es el caso de elconfidencial.com, lainformación.com y el diario.es. Sus plantillas son inmensamente más pequeñas que los grandes medios. Y sus salarios, por supuesto, son más modestos.
Pero es el modelo que parece funcionar. Huffington Post comenzó en EEUU con una plantilla pequeña de hábiles internautas que sabían trabajar con esa rapidez (y picardía) de fabricar informaciones y usar las redes sociales, o los agregadores. El Huffpo fue creciendo hasta que ya pudo permitirse contratar más personas, y más investigadores y más caros. Sobrepasó a New York Times en visitas, y hasta ganó un Pulitzer por un reportaje de investigación.
Los grandes diarios de papel siguen siendo marcas de enorme prestigio en el mundo digital. Eso no lo duda nadie. Pero una cosa es tener marca, y otra ser un negocio rentable. Con esas inmensas estructuras heredadas de los mejores tiempos, estas empresas ven cómo los pequeños velocirraptors digitales les van comiendo el terreno. Pequeños pero matones. Y sacando cada vez mejores exclusivas.
Para hacer rentable su negocio, los dinosaurios están ensayando todas las fórmulas posibles. El dinosaurio necesita mucha comida. Sea con muros de pago, con suscripciones o negociando con Google para que les pague por sus contenidos. Puede ser discutible o no; todos los medios, como las especies, tienen el derecho a luchar por la existencia.
La lucha se resolverá en los próximos años, cuando acostumbrados a las tabletas, los teléfonos de pantalla grande y los portátiles, el campo de batalla lo decidirán los lectores y sus costumbres.