El paisaje urbano está teñido de tecnología móvil. Absortos con sus auriculares en las orejas, adolescentes, jóvenes y adultos de toda condición, incluso niños y ancianos, forman parte de una estampa clásica en las calles y los transportes públicos. Su ritmo lo marca el sonido que emiten los reproductores de MP3. Sin embargo, ahora les toma el relevo una nueva raza de viandantes y usuarios de metro y autobús: los conectados a la Red con el teléfono.
El rasgo más notable de esta nueva especie es que viajan sin despegar la vista de la pantalla, ya sea porque consultan el correo, leen las noticias de los medios on line, escriben en las redes sociales o realizan cualquier otra acción. A pesar de no encontrarse ya delante del ordenador, estos usuarios acceden a Internet en todo momento y desde cualquier lugar por las redes celulares.
Móviles enriquecidos
El modelo de comunicación móvil se transforma. Para empezar, precisa dispositivos capaces de navegar por la Red y mostrar las páginas web. Son los llamados smartphones, es decir, teléfonos inteligentes. Entre sus características, sobresale su capacidad para servirse de aplicaciones informáticas que multiplican sus funciones. Estos programas, creados por desarrolladores independientes, se almacenan en las tiendas que los fabricantes de aparatos han abierto en Internet para, desde allí, descargarlos en el dispositivo.
Cada fabricante tiene su propia tienda con las más variadas aplicaciones, tanto gratuitas como de pago, que convierten el móvil en un auténtico ordenador andante. Calendarios, gestores de correo electrónico, pronósticos del tiempo, ayudas para dejar de fumar o controlar la salud, programas para manejar las páginas de Twitter y Facebook del usuario... las aplicaciones se cuentan por miles. Y en el caso del famoso iPhone de Apple, lo apropiado es hablar de cientos de miles.
El teléfono pasa a convertirse en la conjunción de todas las herramientas tecnológicas que puede necesitar una persona: graba y muestra vídeos, almacena y reproduce canciones, permite leer y redactar documentos, recuerda las citas y encargos pendientes, posibilita consultar el correo electrónico, fotografía, deja escuchar la radio e incluso guía al usuario por las rutas más rápidas, puesto que estos móviles disponen, en general, de GPS.
Tanto es así que en un plazo de cinco años hablar por teléfono será una prestación aislada en comparación con el total de las operaciones disponibles. En los usuarios que ya cuentan con un smartphone del tipo Blackberry, iPhone, o los que funcionan con el sistema operativo Android (creado por Google), esta previsión es ya una realidad.
Geolicalizados en tiempo real
Las aplicaciones relacionadas con la posición del usuario permiten, siempre que el teléfono incluya un navegador GPS, ubicarle con exactitud y combinar sus coordenadas con los datos disponibles en la Red. A partir de dicha posición se puede dar información de cualquier servicio cercano que se precise: farmacias, restaurantes, tiendas de ropa, museos, paradas de metro, etc.
Es lo que se conoce como "geolocalización", y no sólo es interesante para realizar búsquedas de servicios, sino que también puede generar un nuevo negocio publicitario, dado que permite segmentar las ofertas en función del lugar por el que pase el usuario. Si lo hace por delante de una tienda de ropa, podría informarle de las ofertas especiales que haya en el interior.
Cuando el teléfono incorpore brújula, sus habilidades entran casi en el terreno de la ciencia ficción, ya que será capaz de mostrar información en una "realidad aumentada". Esta tecnología implica que si se enfoca la cámara del smartphone hacia un determinado punto, la brújula detectará el norte magnético, el GPS fijará la posición y la Red aportará la información asociada: hoteles, museos, restaurantes, etc. Si mueve el enfoque, la información de la pantalla cambiará y aparecerá otra asociada al nuevo punto de mira.
Camino, difícil, al 4G
A pesar de las infinitas funcionalidades de estos aparatos, el camino que resta por recorrer para que el acceso web desde el móvil sea generalizado no es sencillo. Los smartphones son en estos momentos demasiado caros para su público objetivo, los jóvenes. El smartphone más barato ronda los 300-400 euros y el más caro los 700 euros (si están asociados a un contrato, el precio se reduce de manera considerable).
Aun así, los diferentes operadores ofrecen tarifas planas de acceso a la Red cada vez más asequibles. Las ofertas varían según la compañía y el modelo de teléfono, pero la mayoría van de los 12 euros a los 20 euros al mes. Ahora bien, es necesario leer con atención la letra pequeña de las tarifas planas, puesto que en ocasiones implican una cantidad límite de datos descargados al mes. Cuando se supera, o bien se reduce de manera drástica la velocidad de acceso, o bien se fija un cobro adicional por cada megabyte descargado. Por supuesto, con las actuales tarifas de roaming conviene evitar el acceso a la Red móvil en el extranjero: sale muy caro.
El ancho de banda que se proporciona, tanto para enviar como para recibir datos, es cada vez mayor. El futuro son las redes 4G, o LTE, con las que el teléfono siempre estará conectado a la Red, y no sólo cuando lo solicite el usuario, con un ancho de banda superior a los 100 megabits por segundo. De todos modos, esta tecnología tardará un tiempo en llegar a España, ya que implica numerosas inversiones en infraestructuras. Mientas que ya se aplica en algunos países escandinavos como Noruega y Suecia, las operadoras de referencia españolas (Telefónica, Vodafone y Orange) alegan que su rentabilidad no está asegurada por el momento.