En el mensaje de correo electrónico, el reverendo Achoh Nicolás asegura vivir en Camerún. En concreto, en la misión católica de Bota Limbe. También afirma haber encontrado a Lillian, un rollizo bebé de 10 meses abandonado a las puertas del centro religioso. Por ello, el religioso busca en internet unos padres en el primer mundo para el pequeño. Si el destinatario está interesado, sólo tiene que responder al email y realizar pagos por un total de 1.850 euros para vencer la burocracia del país africano y adoptar al bebé.
Sin embargo, las parejas que aceptan el inesperado ofrecimiento nunca conseguirán un hijo, sino perder unos cientos de euros, porque detrás del mensaje ni hay reverendo, ni misiónen el corazón de África, ni, por supuesto, ningún niño abandonado. En realidad, hay una pequeña banda de estafadores de las numerosas que han convertido internet en su campo preferido de actuación.
Los pequeños fraudes son el 50% de las ciberdenuncias que recibe la policía
De hecho, esta consiguió en la red las direcciones de familias que quieren adoptar copiándolas en los foros en los donde se comparten experiencias y consejos. Incluso es donde ha logrado las tres fotos del niño que aparecen al final del mensaje para ablandar el corazón y la cartera del destinatario. Eso sí, en esto, los ciberdelincuentes no cuidaron los detalles: eligieron las de un niño rubio pese a que se suponía que el pequeño era originario de un país del África negra.
Delitos difíciles de perseguir
"Como cada vez es más difícil el robo de datos bancarios, los ciberdelincuentes dirigen ahora sus esfuerzos al comercio electrónico y las miniestafas. Por eso, sus botines no superan en muchos casos ni los 100 euros, pero consiguen engañar a mucha más gente y es más difícil perseguirles policialmente porque con unos timos de tan escasa cuantía es complicado que un juez autorice la intervención de una dirección IP (conexión concreta) en internet".
Quien habla así es el comandante Juan Salom, jefe del Grupo de Delitos Telemáticos de la Guardia Civil, quien desde la página de Facebook de su unidad alerta a los internatuas sobre la proliferación de estos fraudes.
Una falsa adopción o una inexistente rusa pueden ser los ganchos
El comandante reconoce que no hay datos concretos del número de estas pequeñas estafas "porque mucha gente no denuncia, precisamente, por la baja cuantía de las mismas",pero destaca una cifra que confirma su auge: "De cada cien consultas sobre delitos en la red que recibimos a diario en el Grupo, aproximadamente la mitad se refieren a estos fraudes".
La tipología es, además, de lo más variado. Supuestos vendedores de coches, pisos, equipos informáticos, robots de cocina o mascotas que clonan anuncios reales de páginas de compraventa y de subastas y que, finalmente, se quedan con las señales que les envían los internautas que pican en sus atractivas ofertas.
Cartas de supuestos enfermos de cáncer en busca de herederos para su fortuna a cambio de pagar inexistentes tasas a notarios y abogados en los países de origen. Veteranos de la guerra de Irak que buscan almas caritativas que le ayuden a invertir el dinero que arrebató a los terroristas de Al Qaeda.
Despampanantes rusas capaces de enamorarse de uno por correo electrónico y que sólo piden el dinero necesario para pagarse el billete de avión hasta España...
A pesar de que muchas de estas estafas están redactadas en un inglés básico o en un castellano surgido de traducciones automáticas, "los delincuentes cada vez son más detallistas", destaca el comandante, que pone como ejemplo el reciente caso de un supuesto premio de lotería que contaba con el falso aval de una carta del FBI y la dirección de contacto de un conocido bufete de abogados español que, por supuesto, no sabía nada de aquella recompensa.
O el que anunciaba que la propia Guardia Civil había detectado un peligroso virus en un correo que llevaba un vídeo con el sugerente título El anillo de Durex y que pedía a sus destinatarios que lo reenviasen a sus contactos. En realidad, pretendía simplemente apropiarse de las direcciones de correo de los que lo hicieran. "La copia que nos llegó a nosotros ya tenía incorporadas más de 1.200 cuentas", destaca el comandante.
De hecho, no todos los ciberdelincuentes timan directamente a las víctimas. También los hay que se dedican a recabar datos de internautas para vendérselas a otros estafadores para sustocomochos.
"Hace poco detectamos a uno que ofrecía 13 millones de direcciones por sólo 125 euros. Con un envío masivo de estas características es raro que no piquen varios", se lamenta el experto de la Guardia Civil.