Cuando uno escucha hablar del término “cloud computing”, el paradigma de los servicios de computación a través de la Red, se imagina una nube donde los datos de todos los humanos conectados están flotando en el ambiente, para que cualquiera puede alcanzarlos si tiene la mano suficientemente larga.
El concepto ha atraído mucha atención, pero los escépticos también han cuestionado si estos datos privados y la satisfacción de las necesidades informáticas esenciales del hombre se pueden confiar a unos tipos vaporosos que viven en las nubes.
Científicos en computación de la Universidad de Victoria, en Nueva Zelanda, del Instituto de Tecnología de Karlsruhe, en Alemania, y de la Universidad de Cardiff, en el Reino Unido, tienen un enfoque compartido que podría hacer del concepto de Cloud Computing algo más aceptable y menos etéreo: la creación de una “nube social” dirigida a facilitar el intercambio de información, hardware y servicios mediante el uso de los recursos informáticos en red de personas “amigas”.
Los investigadores dicen que las amistades que uno tiene en los medios sociales, como Facebook, podrían proporcionar un marco fiable para el intercambio de recursos regulados a largo plazo. Básicamente compartir servicios tecnológicos dentro de una red de amigos, según los investigadores, podría reducir las preocupaciones de privacidad y otras ineficiencias inherentes al concepto convencional de “cloud computing” .
Aunque no son los primeros en considerar la construcción de una nube social nueva, los ingenieros informáticos dicen que son los primeros en proponer una infraestructura específica a través de la cual se podría operar. Su modelo integra las redes sociales existentes, el “cloud computing” tradicional y la “computación voluntaria”, en la que personas o entidades donan sus recursos computacionales a proyectos de investigación de su interés, (por ejemplo, la búsqueda de señales extraterrestes a través de las orejas del SETI @ home ).
Sin embargo, el “amiguismo” de las redes tendría que ser combinado con determinados mecanismos de mercado para controlar los pagos financieros, ya que todo se abonará on-line. Y cuando se mezclan amigos y dinero…empiezan los problemas.
En la investigación en fase inicial, el equipo utilizó Facebook como red social prototipo, presentando la nube social como una aplicación más a través de este sitio. Según Kyle Chard, un investigador de doctorado en la Universidad de Victoria, el modelo trabaja conectando a los usuarios, que podrán adquirir los recursos mediante el intercambio de créditos virtuales.
Los créditos adicionales no se pueden comprar, sólo se ganan por participar en la red social. Una economía virtual como ésta, afirman los investigadores, actuaría como una especie de control interno, que en vez de impulsar la compra valoraría el intercambio de recursos y prevendría su uso excesivo, ya que siempre habría al otro lado un amigo que parara los pies a los usuarios más desprendidos.
Sin embargo, todavía hay detalles que pulir. Como bien dice Maik Lindner, de la Universidad de Belfast, la redes sociales se basan en gran medida en la premisa “cuantos más amigos tenga, mejor”, así que las relaciones on-line todavía no se traducen en relaciones de confianza. Prima la cantidad frente a la calidad de los amigos, lo que podría convertirse en un arma de doble filo a la hora de mezclar los negocios con el placer.
Kris Bubendorfer, profesor de Ciencias de la Computación en la Universidad Victoria, tiene una respuesta. “No asumimos que todos los miembros de una red social tienen el mismo nivel de confianza”, dice. Así, la nube social dependería de los mecanismos de clasificación habitual que utiliza Facebook, por lo que estos mismos mecanismos también podrían utilizarse para evaluar los diferentes niveles de confianza entre los usuarios.
Por tanto, la elección de presentar los documentos, los datos y los servicios disponibles para los diferentes grupos de personas dependería de aumentar (un poco más) las opciones de privacidad que ya utiliza la red social.
El resultado, dicen los investigadores, podría ser, en vez de una nube para todos, una comunidad de nubes de computación más pequeñas pero también más activas; mini-nubes que tienen el potencial de expandirse y contraerse sobre la base de las relaciones en la vida real y las necesidades de los usuarios.
Muchas nubes privadas que, al juntarse, crearían la gran nube que amenaza con cubrir todo el cielo de Internet.
Probabilidades que Facebook actúe como un catalizador de la gran nube: 60%, aunque habrá que estar atento al choque de estas nubes entre sí cuando se trata de dinero; y a las tormentas que se producirán, cuyas gotas serán las lágrimas por los amigos que se quedan en el camino.
Fuente: III Conferencia Internacional de Cloud Computing