El peso exacto es 1.403 gramos. Casi kilo y medio. Eso es lo que pesa el libro de Ken Follett que ahora está fresquito en las librerías: “La caída de los gigantes” (Plaza Janés).
Termina en la página 1.017. Es tapa dura con cubierta satinada y una cinta marcapáginas. Se puso a la venta el 28 de septiembre y está en la lista de los más vendidos. Vale 24,90 euros.
Pero las personas que lo están leyendo mientras viajan en metro, tren o autobús, se vuelven a encontrar con el mismo inconveniente. Es un ladrillo. No por la trama, que como toda las tramas made in Follett, es entretenida. Es porque el tamaño y ese kilo y medio en el bolso es como cargar un ladrillo. Bueno, los ladrillos pesan menos: un ladrillo cerámico hueco pesa entre 1.000 y 1.400 gramos, según un portal de arquitectura y construcción.
¿Qué significa esto?
Que estos tamaños y pesos desmesurados pueden ser el mejor impulso a los lectores de libros electrónicos. Con una media de 400 gramos (tres veces menos que el libro de Follet), cualquier viandante puede llevar estos cacharritos en el bolsillo de la americana o en el bolso y leer a Follet sin herirse la columna vertebral. A Follett y a miles de autores más.
Es algo que ya se puede hacer. El libro de Follett se vende por 16,99 euros en varias librerías on line como Grammata o Todoebook. Pero, oh, ya está circulando una versión pirata por internet a cero euros.
Ese es el problema. Aunque la industria ponga barreras, es bastante fácil piratear libros. Hay muchas formas de hacerlo y muchas webs que ofrecen ese servicio.
Para evitarlo, ¿se podría bajar el precio? ¿A qué precio se compraría la gente esta novela de Follet en su versión digital?
Algunos expertos dicen que si se imitara el modelo iTunes (se paga un dólar por bajarse una canción), la industria podría salvarse. Pero una canción se puede escuchar cien veces y un libro se lee una o dos veces en la vida.
Nadie tiene la solución a este enigma. Pero mientras se encuentra esa solución, la venta de lectores electrónicos se está disparando. Se espera que sea uno de los productos estrella de este año: a ellos se añaden las tabletas (iPads y Galaxys).
Y, por supuesto, a medida que aumenten las ventas de esos aparatos, aumentará el deseo de la gente de leer a Folllett en pantallas ligeras que pesan muy poco, sobre todo, si Follett sigue escribiendoladrillos (entendido por el peso, no por el contenido). Ladrillos que pesan kilo y medio.
¿Qué ventajas tiene que el último libro de Ken Follett pese kilo y medio?
Pero las personas que lo están leyendo mientras viajan en metro, tren o autobús, se vuelven a encontrar con el mismo inconveniente. Es un ladrillo. No por la trama, que como toda las tramas made in Follett, es entretenida. Es porque el tamaño y ese kilo y medio en el bolso es como cargar un ladrillo. Bueno, los ladrillos pesan menos: un ladrillo cerámico hueco pesa entre 1.000 y 1.400 gramos, según un portal de arquitectura y construcción.
¿Qué significa esto?
Que estos tamaños y pesos desmesurados pueden ser el mejor impulso a los lectores de libros electrónicos. Con una media de 400 gramos (tres veces menos que el libro de Follet), cualquier viandante puede llevar estos cacharritos en el bolsillo de la americana o en el bolso y leer a Follet sin herirse la columna vertebral. A Follett y a miles de autores más.
Es algo que ya se puede hacer. El libro de Follett se vende por 16,99 euros en varias librerías on line como Grammata o Todoebook. Pero, oh, ya está circulando una versión pirata por internet a cero euros.
Ese es el problema. Aunque la industria ponga barreras, es bastante fácil piratear libros. Hay muchas formas de hacerlo y muchas webs que ofrecen ese servicio.
Para evitarlo, ¿se podría bajar el precio? ¿A qué precio se compraría la gente esta novela de Follet en su versión digital?
Algunos expertos dicen que si se imitara el modelo iTunes (se paga un dólar por bajarse una canción), la industria podría salvarse. Pero una canción se puede escuchar cien veces y un libro se lee una o dos veces en la vida.
Nadie tiene la solución a este enigma. Pero mientras se encuentra esa solución, la venta de lectores electrónicos se está disparando. Se espera que sea uno de los productos estrella de este año: a ellos se añaden las tabletas (iPads y Galaxys).
Y, por supuesto, a medida que aumenten las ventas de esos aparatos, aumentará el deseo de la gente de leer a Folllett en pantallas ligeras que pesan muy poco, sobre todo, si Follett sigue escribiendoladrillos (entendido por el peso, no por el contenido). Ladrillos que pesan kilo y medio.