“Avísame cuando llegues”. Esta frase me trae recuerdos cuando recién mis padres comenzaban a dejarme salir solo. Por favor avísame cuando llegues y si van a otro lado, me llamas por teléfono a la casa o a la oficina”.
Uno como era costumbre, respondía con un: “si mamá, si solo estaré en la casa de mi amigo, no te preocupes”.
A esto se suma que mi madre siempre se preocupaba si en esa casa a la que yo iba a ir, había un adulto responsable, o algo parecido, llamaba para saber si la mamá de mi amigo estaba de acuerdo en que yo fuera a visitarlo.
El objetivo central de los padres, y el mío también, era protegerme de cualquier riesgo, como por ejemplo:
a) que me hable un extraño, y me lleve a alguna parte para abusar de mí,
b) que alguien me ofrezca algo a consumir, que potencialmente podría ser una droga, más aún cuando mi colegio estaba muy cerca de un barrio donde se vendía droga.
c) que me fuera a perder en el camino, y no llegara a mi destino.
Hoy como Psicólogo que atiende Adolescentes me doy cuenta que la realidad para los adolescentes escapa al espacio físico, me refiero al Ciberespacio.
Quisiera exponer muy básicamente, (sin referirme a la realidad sociotécnica que influye en la calidad de las interacciones en el ciberespacio, ni al perfil de adicto a Internet, por cierto que estos temas vienen a continuación de este artículo), el profundo sentido de la frase inicial de este artículo.
“AVISAME CUANDO LLEGUES”
Algunos de ustedes (padres y adolescentes) podrán decir qué tan terrible es visitar páginas como:
i) pornografía en exceso o como una droga,
ii) chat para realizar citas a ciegas
iii) chat en donde uno no sabe quién esta
navegando, es probable que más de algún adulto este haciéndose pasar por menor de edad.
Me parece relevante poder enterarse de (siguiendo la analogía) cuáles son las casas que visita mi hijo cuando prende el computador.
Hoy día dejamos a nuestros hijos 3 o más horas diarias libres ante la experiencia sin límite de conectarse al ciberespacio, siento como Psicólogo que debemos educar y estar atentos a los caminos que nuestros hijos pueden tomar, sin necesidad de salir de nuestra casa.
Felipe González Williams
Psicólogo